Pues tenemos que tener en cuenta dos cosas, aunque, como siempre, una será la principal.
Si tu presupuesto te lo permite puedes optar por comprar un kit de los muchos que se venden o bien por uno de los modelos comerciales ya montados, calibrados y configurados para poder imprimir en 3D desde el primer momento.
En este caso va a depender si además de diseñar tus propias piezas y traerlas a la realidad te gusta "trastear" con la impresora. Y por trastear me refiero a realizar ajustes en estructura, medidas en la electrónica, modificaciones en valores de firmware, etc. Porque los kits tienen eso, viene todo desmontado, y cuando digo todo me refiero a que puede que incluso haya que mecanizar alguna de las piezas que trae porque hay un agujero que no "salió" todo lo fino que debería. Eso sí, en el sitio donde lo adquieras vas a encontrar gente dispuesta a ayudarte a que tu impresora salga adelante.
¿Nos merece entonces la pena un kit? Sin duda si lo que prima es el precio. Los kits de impresoras 3d, por ejemplo, la prusa i3, rondan entre 450€ y 500€. La Witbox de Bq ya montada y funcionando de la foto anterior tiene un precio de 1.690€. ¿Y ésta diferencia de precio?
Al tener un componente (el extrusor) que alcanza temperaturas elevadas (más de 200º) tiene que cumplir con una normativa que hace que el precio final se vea elevado hasta el que alcanza la Witbox. Los kits, al venderse por partes, no tienen ese inconveniente ni esa restricción y de ahí que puedan tener un precio más económico. Otra opción en un precio intermedio (suele estar a partir de 740€) es la de acudir a un taller donde te enseñarán a montarla, aunque lo más probable es que se dejen el tema de la calibración que, como veremos en entradas sucesivas, es una de las grandes taréas que tendremos que llevar a cabo con nuestra impresora 3d.